AMÉRICA DEL NORTE
Más de 24 millones de kilómetros cuadrados forman el subcontinente norteamericano. La diferencia puede ser abismal entre la montaña más alta, el Monte McKinley en el parque Nacional Denali de Alaska, al desierto de Chihuahua, una explanada yerma de 450.000 kilómetros cuadrados situada en la frontera entre Estados Unidos y México. América del norte, hay que vivirla.
La situación étnica y cultural es igualmente heterogénea: en Estados Unidos y Canadá sus habitantes son fundamentalmente descendientes de colonizadores europeos (anglosajones en su mayor parte), además de existir una gran comunidad negra e hispana; en México predominan los indígenas descendientes de culturas mayas y aztecas pero también de la parte india de pieles rojas o apaches, además de mestizos.
Vivir Norteamérica puede suponer realizar el famoso recorrido por la Ruta 66. Ya se sabe: acopio de gasolina y moteles de carretera. Parada obligatoria en las Vegas para tentar a la diosa fortuna y celebrar pérdidas o ganancias frente al Gran Cañon del Colorado. Luego San Francisco y rumbo al sur, en carreteras tan rectas, que lo más peligroso resulta quedarse dormido al volante. Y ahí: Los Ángeles, la colina de Hollywood, los sueños rotos, y quizá Tijuana. Para olvidarlo todo, tequila en ristre: no hay tópico que no valga en estos casos
Pero también está Miami, con su acento latino tostado al sol. Y el Caribe, con todo su elenco de paraisos al alcance de la mano. O de crucero. También Cuba, madre de todos los sabores, empeñada en llevar la contraria al mundo, sin perder la gracia ni la herencia colonial. O México, a sol y a sombra. Desde el monstruo indómito de la capital a la herencia maya de la península del Yucatán. Y sino al revés, ni más ni menos: lanzarse a conocer Groenlandia para sentarse a ver las auroras boreales. De todo y más. Un continente entero con muchas caras y culturas e incontables destinos todavía pendientes.
SUDAMÉRICA
En el hemisferio sur, perforado por la línea del ecuador, encontramos a Sudamérica. Ciertamente, sus 12 países no parecen demasiados si tenemos en cuenta la vastedad de su tamaño total. Su primer nexo con el mundo lo pone, sin que sirva de precedentes, una frontera artificial, como es el Canal de Panamá. Y luego ya todo es naturaleza. Un impresionante alarde de fauna y flora virginal, que va desde el Amazonas al Orinoco, del lago Titicaca a las playas perdidas de Brasil.
Cabe imaginarse a Alvar Nuñez Cabeza de Vaca santiguándose boquiabierto en el instante en que descubrió las cataratas del Iguazú. O a Darwin buscando especies remotas sobre la tierra del Estrecho de Beagle. Con la remota herencia de los incas aún viva en las facciones y cultura de los quechuas y aymaras. Resulta imposible de creer, pero aún hoy, tribus primitivas viven aisladas del mundo y de Google Maps, entre la inmensidad del Mato Grosso. De la Cascada del Ángel, en Venezuela a la Cordillera de los Ándes. Del Caribe a Tierra de Fuego. Sudamérica tiene mucho que ofrecer.
Y es que estas tierras están repletas de cultura e historia. Ascender al Machu Picchu en Perúy pasear por los vestigios de este antiguo santuario religioso, observar la impresionante figura del Cristo de Corcovado en Río de Janeiro, caminar por las tierras volcánicas de Quito, imbuirse en el pasado colonial de Cartagena de Indias, o seguir los pasos de la ruta que el Che recorrió en su juventud. Lo que se respira en América del Sur es un ambiente indígena, casi de tiempos olvidados.
Pero no nos podemos olvidar de sus extaordinarias aportaciones culturales: con la gastronomía nikkei de Perú, la literatura de los escritores del 'Boom latinoamericano', con García Marquez al frente, o de los ardientes bailes brasileiros como la samba o la capoeira, que recorren el legendario sambódromo de Río de Janeiro en carnaval. Y por supuesto, con metrópolis del calibre de Buenos Aires, Sao Paulo y Lima.
¿Y ahora qué? Parece que la balanza planetaria le empieza a devolver los favores a este continente. Ahora China se pasea por el mundo con el carro de la compra ávido de materias primas. Y en América del sur sobran. Brasil está de moda, a punto de celebrar todas las competiciones celebrables: el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos; Argentina recuperada de la desolación del corralito; Chile asentada como democracia solvente; Venezuela con el depósito lleno de petróleo. Y Perú mirando hacia arriba, más alto que el Machu Picchu. Porque ahora Sudamérica tiene mucho más para ofrecer que su pasado. El futuro también pasa por sus manos.
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